Ni el dinero ni el poder salvó a Pablo Moyano (hijo de Hugo Moyano), de sufrir una desgracia: su mujer falleció en un hospital de uno de sus gremios por complicaciones en una cirugía estética.
Se escuchó de todo: ‘’Justicia divina’’, “Lo que se hace se paga”, “Qué otra cosa podía pasar si la dama del síndico se operó con dinero sucio, producto de la mafia de los medicamentos truchos, por la que murió tanta gente inocente”…
Ni el profundo dolor hizo recapacitar a la infame mafia sindical que representa la familia Moyano: no les cayó nada bien la presencia de medios periodísticos en el lugar donde se realizaba el velatorio, por eso mandaron a las patotas a limpiar la calle de cámaras y reporteros, bajo la premisa de, palabras más, palabras menos: ‘’Quedáte piola o te quemo el móvil’’.