Como si se tratara de una pareja de amantes en la cual Cristina es temerosa del “que dirán’’ de su relación, ambos se aman en la intimidad mientras en público ella se muestra apática hacia él.
El último papel teatral de CFK podría mostrar un acto de arrojo y ganas de “jubilarse”, pero no podemos eludir que ambos afrontan un panorama incierto si alguno llegara a prescindir del otro.
La realidad supera la ficción, por eso Cristina se camufla en un atractivo discurso para captar aquellos votos que le son esquivos, mientras no altera un ápice los hechos: hace unos días le otorgó 10 $ millones a las obras sociales sindicales.
No puede existir acto de arrojo. La economía en estos días se mantiene a buen ritmo aunque condicionada por la inflación, detonante de las pujas salariales. Hoy en día Moyano es la única garantía de verticalismo y mediano orden en las bases. Pero el capo sindical reclama el Fed.-back que hoy no recibe. Desea capitalizar poder real en puestos políticos claves para así escudarse de la justicia que lo acecha.
No nos engañemos. Cristina tampoco tiene el coraje para revelarse a su amante, una ‘’intimidante abominación’’, nutrido por principios mercenarios que ahora la condicionan. La Presi sólo puede ceder a sus caprichos y evitar estorbarle.
